Un estudio que se publicará en la revista Water and Health, indica que al menos 17 millones de argentinos están expuestos a concentraciones de arsénico en el agua potable superiores a los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para dicho organismo, este componente se encuentra entre las diez sustancias químicas más peligrosas para la salud pública y fue clasificado como cancerígeno.

Si bien el arsénico es un contaminante de origen natural que se genera a raíz de la erosión de las rocas en los acuíferos, también puede existir debido a actividades humanas, como la minería, la fundición de metales, el uso de pesticidas y los conservantes de la madera.

La relación de los argentinos con el arsénico

Según Alejandro Oliva, director del Programa de Medio Ambiente y Salud (PROMAS) del Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la exposición de la población argentina al arsénico tiene más de 100 años de historia.

A raíz de la recopilación de documentos, es sabido que el Hidroarsenicismo Crónico Endémico Regional (HACRE) es la enfermedad más común causada por este componente. Se caracteriza por lesiones en la piel y alteraciones tanto cancerosas como no cancerosas a causa de la exposición prolongada a bajos niveles.

Los problemas que trae en la salud

Además, distintas investigaciones demuestran que la exposición constante al arsénico afecta a diversas enfermedades crónicas, desde malformaciones congénitas hasta trastornos neurodegenerativos, así como también el riesgo de desarrollar cáncer.

Finalmente, Oliva espera que estas investigaciones contribuyan a crear conciencia. Por eso, afirma que “es crucial que la población conozca la situación y exija estos controles”, y manifiesta que “para los gobiernos, estos datos deberían servir como base para implementar políticas públicas que garanticen una mejor calidad del agua” y que “la vigilancia debería ser obligatoria y continua”.