El asteroide 2024 YR4, que fue varias veces nombrado en diciembre pasado por el potencial peligro que representaba para la Tierra, cambió de rumbo y ahora existe la posibilidad de que choque contra nuestro satélite natural. 

Esta advertencia fue hecha por la NASA en las últimas horas, tras realizar un estudio de riesgo. Explican que esta situación también podría tener implicancias negativas para nuestro globo. En ese sentido, el objeto continúa siendo una de las mayores amenazas que hemos enfrentado en términos de defensa planetaria. 

El tamaño del asteroide

Estiman que el tamaño del cuerpo es similar al de un edificio de 12 pisos, lo suficiente para alertar a la comunidad científica. Las primeras simulaciones que se hicieron localizaban la posible colisión en áreas densamente pobladas de África o el sur de Asia. Lo que se temía en aquel entonces, además, eran las repercusiones y la ola expansiva del colapso; del mismo modo, la posibilidad de un tsunami en caso de caer sobre el océano. 

Si bien en febrero se descartó su peligrosidad luego de que las probabilidades de choque descendieran a 0,004 %, los nuevos números -que recaen sobre la Luna- volvieron a llamar la atención de los especialistas. 

Temor por un asteroide que podría chocar contra la Luna en 2032.
Temor por un asteroide que podría chocar contra la Luna en 2032.

Según los informes elaborados con ayuda del Telescopio Espacial James Webb, el objeto pasará cerca del astro en el 2032 con una posibilidad de impacto de casi el 4 %. Los científicos detrás de los cálculos afirman, además, que en los últimos meses lograron mejorar en un 20 % la certeza de estas predicciones.

Las consecuencias del posible impacto

Desestiman que la colisión con la Luna pueda resultar en alteraciones para su órbita o que algún fragmento disparado pueda llegar hacia la Tierra, dado que este se desintegraría mucho antes. Sin embargo, consideran que hay otras problemáticas aún desconocidas en juego. 

Esperan que el monitoreo constante del asteroide y los modelos predictivos ayuden a entender mejor la dinámica del mismo y trabajar sobre los posibles riesgos asociados. De hecho, creen que para 2028 podrán tener datos más certeros y concluyentes.