¡La Luna puede cambiar el comportamiento de los mamíferos! Así lo revela un nuevo estudio -publicado en la revista Proceedings of the Royal Society– que encontró patrones entre la iluminación de este satélite y las conductas de determinados animales tropicales. 

Para llegar a estos resultados los investigadores basaron su análisis en datos e imágenes obtenidas mediante cámaras trampa. Con ellas pudieron documentar cómo las fases nocturnas pueden representar un riesgo o una oportunidad para algunos individuos.  

En total se hizo un despliegue en al menos 17 áreas protegidas y bosques tropicales de África, Asia y América Latina. Las mismas conforman la Red de Evaluación y Monitoreo de Ecología Tropical.

El poder de la Luna

Lo interesante de este fenómeno es que varía según la especie. Se identificaron respuestas como fobia lunar, que es la tendencia de evitar la luna llena; y la filia lunar, en la que ciertos ejemplares aumentan su actividad gracias a ella.

Explican que esto se debe a que para algunos mamíferos la luz extra representa mayor exposición ante los depredadores; mientras que para otros representa mayor facilidad para hallar alimento. Es decir, se trata de los problemas o soluciones que cada uno puede encontrar ante el aumento de visibilidad. 

¿Cómo funciona?

Los autores del estudio compararon esta situación con un juego de escondite en el que de repente se enciende la luz. Detallan que de las 86 especies analizadas 12 mostraron aversión al astro, mientras que sólo tres evidenciaron una atracción significativa. 

Dentro de los más favorecidos se destacan el pecarí de labios blancos y el tapetí común, que aprovechan la oportunidad para moverse o comer en grupo. Por su parte, los más vulnerables pueden llegar a cambiar sus horarios y migrar sus actividades hacia las primeras horas del crepúsculo. 

Los expertos aseguran que estos resultados son reveladores dado que pueden extenderse al uso de la luz artificial y definir cuáles serían sus consecuencias si su uso se extiende a lugares más prístinos. Asimismo, sostienen que la propia fragmentación de los hábitats, la tala y la reducción de la cobertura vegetal ya expone a los animales a una mayor cantidad de iluminación natural, lo que podría tener consecuencias significativas en sus patrones a largo plazo.