Existe una nación caribeña que acaba de perder los últimos metros cuadrados de lo que supo ser una gran cadena de imponentes glaciares. Hasta el año 1910 eran seis, pero antes de 2011 sólo quedaba uno. ¿Ahora? Ninguno.
Este cuerpo de hielo era popularmente conocido como “La Corona”, y estaba ubicado en el Pico Humboldt del Parque Nacional Sierra Nevada. ¿Dónde? En Venezuela.
¿Qué pasó?
Si bien el país intentó proteger esta reserva de agua dulce a través de distintos métodos, como mantas térmicas destinadas a bloquear los rayos solares, no se pudo impedir su derretimiento. El censo más reciente -y difundido a mediados de mayo- determinó que su tamaño no supera los 0,02 kilómetros cuadrados, un tamaño 5 veces menor al necesario para considerarse glaciar.
Los expertos estiman la tasa de pérdida de hielo en un 17 % anual según el récord de 2016. En ese sentido, explican que esta situación fue acelerándose drásticamente desde la década pasada.
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El problema de los glaciares
Los grupos ecologistas acusan al gobierno de este fracaso, alegando que el sistema de telas -destinado a bloquear el sol- era tan malo que, no sólo no cumplió su función, sino que además se degradó en microplásticos, contaminando aún más el lugar.
Ahora el país se enfrenta a un cambio radical en sus ecosistemas, antes dominados por los glaciares. Denuncian que la vegetación ha estado colonizando estos espacios y que todavía se desconoce qué consecuencias podría traer a largo plazo. En ese sentido, temen que haya cambios en los circuitos de los ríos e incluso la llegada de especies invasoras.