El domingo 15 de diciembre dos buques petroleros se hundieron en el Estrecho de Kerch, entre la península de Crimea y la región rusa de Krasnodar, luego de verse atrapados por un temporal que provocó la fractura de uno y el encallamiento del otro. Ambas embarcaciones tenían 50 años de antigüedad. Posteriormente, el martes, un tercer petrolero lanzó una señal de socorro al detectar una fuga de petróleo. 

Las consecuencias del derrame de petróleo

El derrame se estimó en 3.700 toneladas, por lo que las autoridades ucranianas declararon que las operaciones de limpieza serán complejas. Hasta la fecha, se extendieron 60 kilómetros desde el lugar del hecho.

Varias regiones aledañas declararon el estado de emergencia, y más de 5.000 personas se movilizaron para limpiar las costas. Sin embargo, inmediatamente después del incidente se registraron muertes de aves por empetrolamiento.

Según consigna Greenpeace, “el gobierno ucraniano ha anunciado que presentará el caso ante organismos internacionales, mientras que expertos locales subrayan la necesidad de reforzar las sanciones contra Rusia y mejorar el control sobre el uso de embarcaciones con especificaciones inadecuadas para transporte marítimo”. 

Los países involucrados

En esa línea, la directora de la ONG en Ucrania, Natalia Gozak, declaró que este incidente debe ser tomado “como la señal de alarma de un problema aún mayor: la flota fantasma rusa”. Sostiene que “Rusia utiliza buques obsoletos para exportar crudo y patrocinar la guerra en Ucrania”.

En octubre los expertos habían advertido sobre la peligrosidad que revisten los petroleros rusos deficientes, y pese a que la Unión Europea adoptó nuevas sanciones contra 45 embarcaciones, afirman que todavía existen grietas que permiten al país continuar sus operaciones.