La población de insectos polinizadores como las abejas puede estar disminuyendo en todo el mundo como consecuencia de un efecto indirecto -hasta ahora desconocido- el uso indiscriminado de nuevos insecticidas como los neonicotinoides, según un estudio publicado esta semana en la prestigiosa revista PNAS por un equipo liderado por expertos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias.

 

Varios estudios han alertado en los últimos años que estos insecticidas también tienen importantes efectos negativos sobre muchos insectos beneficiosos, especialmente los polinizadores que se alimentan de néctar y polen contaminado. Esto provocó que en 2018 la Comisión Europea prohibiese su uso de algunas de estas substancias químicas al aire libre (aunque siguen siendo utilizadas en agricultura en invernaderos, por ejemplo).

 

Un estudio llevado a cabo por expertos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), la Universidad de Valencia y la Universidad de Wageningen (Holanda) ha hallado una nueva vía por la que estos insectos están expuestos a los neonicotinoides: la melaza.

 

La melaza es un líquido azucarado que excretan algunos insectos que se alimentan de la savia de las plantas, como pulgones o pseudocóccidos (o cochinillas algodonosas) y moscas blancas. Esta sustancia es una importante fuente de nutrientes para muchas especies beneficiosas como abejas, hormigas, parasitoides y depredadores de insectos. El trabajo, publicado en el último número de la revista PNAS, alerta que si los insectos consumen polen contaminado, también afectará a la melaza que producen.

 

Los resultados del nuevo estudio revelaron una alta toxicidad de la melaza, que provocó la muerte a la mayoría de moscas y avispas que la consumieron.

 

En el trabajo, los autores recolectaron melaza producida por una especie frecuente en plagas de cítricos, Planococcus citri, que se alimentó de especies tratadas con neonicotinoides. Esta melaza fue dada como alimento a dos especies de insectos beneficiosos: una mosca que se aplica como controlador biológico de los pulgones (Sphaerophoria rueppellii) y una avispa parásita (Anagyrus pseudococci), que controla las plagas de algunas cochinillas.

 

Los resultados revelaron una alta toxicidad de la melaza, que provocó la muerte en un plazo de tres días a la mayoría de moscas y avispas que la consumieron . Además, según Tena, la melaza estaba contaminada incluso cuando el insecticida no se aplicaba por goteo y se iba degradando con el tiempo hasta llegar a la mitad de la dosis recomendada.

 

Los autores afirman que esta nueva ruta de exposición debe ser incluida en las evaluaciones de riesgo sobre los neonicotinoides y esperan que estimule el desarrollo de estrategias de gestión de plagas que no dependan de estos insecticidas.

 

Fuente, La Vanguardia