Un estudio realizado por la McGill University advierte sobre extraños comportamientos en las aguas subterráneas de la estación radar BAF-3, ubicada en una isla de Nunavut, Canadá. Este es uno de los 21 sitios del país norteamericano contaminados por residuos tóxicos durante la Guerra Fría. Explican que el deshielo acelerado en su permafrost está facilitando la dispersión de estos desechos militares en el Alto Ártico.
La alerta creciente de deshielo
En ese sentido, señalan que el cambio climático está abriendo rutas subterráneas que permiten el movimiento de estas sustancias perjudiciales para el ambiente, las cuales anteriormente permanecían congeladas. Como resultado, lagos y ríos de la región se encuentran amenazados y podrían enfrentar riesgos considerables en sus ecosistemas.
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El aumento de las lluvias, vinculado al calentamiento global, también propicia la alteración de los procesos hidráulicos a lo largo del año, haciendo que durante el invierno la amenaza persista. Este fenómeno activa las distintas capas de hielo e impide su congelamiento por períodos más prolongados.

El pedido de los expertos
Ante este panorama, la preocupación por los impactos en el norte del continente es creciente y los expertos piden que se aumente la vigilancia sobre las fuentes de agua potable, la fauna y la flora. Asimismo, insisten en que identificar los sitios contaminados es crucial para desarrollar nuevos métodos de limpieza y mantener un registro actualizado.
Al respecto, detallaron que la remediación de lugares como el BAF-3 es parte de los planes del Gobierno, pero que, sin embargo, enfrentan costos elevados y falta de datos precisos, lo que imposibilita un accionar más certero.