Así como escuchaste, la ciudad hará un seguimiento de las compras de alimentos de sus habitantes con una finalidad muy noble: la de identificar la huella de carbono relacionada a estos productos y su desperdicio. Esta iniciativa propone reducir las emisiones por comida en un tercio.

Estudios científicos estiman que una quinta parte de los gases de efecto invernadero de Nueva York proviene del consumo de alimentos en los hogares. Siendo así, se posiciona por debajo del transporte y la construcción.

Los lácteos y las carnes son a quienes se les atribuye estos resultados.

En consecuencia, la Oficina de Política Alimentaria de la Alcaldía ordenó a las agencias de la ciudad que para 2030 haya una disminución del 33 % en las emisiones derivadas de estos productos.

También se le pidió a las corporaciones privadas que reduzcan sus emisiones en un 25 % para la misma fecha.

En esa línea, las autoridades buscan lidiar con el desperdicio de alimentos, que termina en gran medida en vertederos que producen metano. Para ello, se comprometieron a implementar un programa de compostaje en toda la ciudad para fines de 2024.