El final del ciclo de vida de un edificio suele llegar la demolición, la pregunta es ¿a dónde va a parar todo el desperdicio generado?

La mayoría de los residuos no reciclables terminan en los vertederos, terrenos que se han convertido en un recurso cada vez más escaso por lo que debemos encontrar una solución alternativa. Cada año, sólo en el Reino Unido, se crean entre 70-105 millones de toneladas de desechos a partir de la demolición de edificios, y solo el 20% de eso -según un estudio de la Universidad de Cardiff- es biodegradable.

Sin embargo, existen materiales más respetuosos con el ambiente para la construcción. Algunos ejemplos son:

El corcho: La recolección del corcho es un proceso completamente renovable que no causa daños al árbol y, naturalmente, vuelve a crecer después de diez años.
También cuenta con muchas propiedades positivas como ser retardante del fuego, aislante acústico y es extremadamente resistente al agua. Gracias a sus cualidades de adaptación se ha visto utilizado tanto para fines internos como externos.
El bambú: es una de las mayores tendencias arquitectónicas de los últimos años. Puede crecer hasta 1,22 metros por día, vuelve a crecer después de la cosecha y es dos o tres veces más fuerte que el acero.
La arena del desierto: desarrollado recientemente por estudiantes del Imperial College de Londres, Finite es un material compuesto comparable al concreto que utiliza abundante arena del desierto en lugar de la fina arena blanca generalmente utilizada en la construcción (y que ahora se está agotando).
Es un material biodegradable, a diferencia del concreto. También se lo puede recolectar y reutilizar para múltiples ciclos de vida, reduciendo el consumo de materiales.
El linóleo: este revestimiento es más ecológico de lo que se cree y no debe ser confundido con el vinilo, que contiene una mezcla sintética de petroquímicos clorados.
El linóleo está hecho completamente de materiales naturales: aceite de linaza, resina natural, polvo de corcho molido, harina de madera y polvo de piedra caliza, lo que resulta en una opción de suelo biodegradable y que puede incinerarse para proporcionar una fuente de energía relativamente limpia.
Los bioplásticos: se descomponen mucho más rápido que el plástico sintético (al mismo ritmo que el papel) y producen biomasa. Uno de los principales ingredientes utilizados es un adhesivo a base de soja que ayuda a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Requiere temperaturas significativamente más bajas durante la producción.
El micelio: este material está ganando popularidad aunque todavía se limita a pabellones o instalaciones temporales. El micelio es la parte vegetativa del hongo, formado por cientos de fibras entrelazadas producidas por las esporas que lo convierten en un material increíblemente fuerte cuando se seca.
Si se combina con desechos de la granja en moldes, el cultivo de hongos forma ladrillos orgánicos que se pueden utilizar en la construcción, que posteriormente se descomponen y vuelven al ciclo del carbono.

Estos son algunos de los materiales biodegradables que la industria de la construcción necesita conocer.

Fuente: Hemisferios/ Plataforma Arquitectura