La conferencia de Naciones Unidas sobre el clima de este año (COP30) se realiza en la ciudad de Belém, ubicada en el norte de Brasil, que es conocida por ser una de las puertas de entrada de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo.
El futuro para el área es incierto debido a que atravesó décadas de deforestación, lo que la deja vulnerable a los impactos climáticos. Precisamente en el estado de Pará, cuya capital es Belém, se presentan los niveles de destrucción más altos.
El estado de la Amazonía
Según las organizaciones conservacionistas, se ha perdido hasta un 20 % de la selva, mientras que una superficie similar se degradó a causa de actividades humanas, como la agricultura, la ganadería, la tala y la minería.
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En 2022, se produjo un último punto álgido de deforestación, cuando se talaron casi 20.000 km2 de bosques, un aumento del 21 % con respecto a 2021 y el peor año desde 2004, según indicó el Programa de Monitoreo de la Amazonía Andina de Amazon Conservation.

En estos momentos, Brasil está a cargo del 60 % de la Amazonía, es por ello que sus autoridades expresan que se encuentran en la búsqueda de acuerdos que protejan firmemente las selvas tropicales.
El impacto en el planeta
Por otro lado, el río Amazonas es considerado el más caudaloso del mundo, y junto a sus más de 1.100 afluentes, es también el mayor depósito de agua dulce del planeta.
Las aguas de este afluente desembocan en el océano Atlántico, donde cumplen un papel importante en el mantenimiento de las corrientes oceánicas que influyen en los sistemas climáticos regionales y mundiales.