La comunidad autónoma de Valencia, en España, es víctima de un evento meteorológico llamado Depresión Aislada en Niveles Altos, y conocido por sus siglas como DANA. Las imágenes de los autos apilados, de las calles inundadas y de la gente movilizándose a pie para trasladar alimentos a quienes quedaron varados e incomunicados han recorrido el globo y conmovido a miles de personas.

El origen de DANA

Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial y la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres explican que no es “un fenómeno aislado, sino un reflejo de una creciente tendencia global hacia la intensificación de eventos climáticos extremos relacionados con el cambio climático”.

En ese sentido, la ONU sostiene que la intensidad será cada vez mayor y que “la respuesta nunca va a ser lo suficientemente fuerte para prevenir todos estos daños que aumentan en intensidad y en frecuencia”. Por este motivo, declara que se debe “acelerar la preparación” y “desarrollar una cultura de prevención”.

La seguridad contra los desastres naturales

Desde estos organismos expresan que una de las lecciones que debemos aprender de este hecho es “la necesidad de fortalecer los mecanismos de alerta temprana, los sistemas de comunicación y la preparación ante futuras crisis” para que todos tengan acceso a información precisa. 

Explican que el objetivo debe ser “minimizar los impactos de estos fenómenos y evitar que se conviertan en desastres”, por lo que es clave la “inversión en resiliencia […], así como el fortalecimiento de los sistemas de gobernanza que garanticen una cooperación efectiva entre los diferentes actores involucrados”.