Según indicó un especialista de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los mayores impactos los están recibiendo los países norteafricanos y de Oriente Medio. Se calcula que cada año se pierden casi 13.000 millones de dólares por las tormentas de arena y polvo, que causan problemas de salud, daños en las infraestructuras, fallos en los transportes y degradación ambiental.

Esa región es una de las más afectadas por la escasez de agua y los problemas de desertificación, lo que facilita que los fuertes vientos levanten grandes cantidades de arena y polvo de suelos tan desnudos de vegetación. En la agricultura, se reduce la productividad de los suelos, aumenta el riesgo de sequía, los cultivos acaban enterrados bajo la arena y las plantas no pueden hacer la fotosíntesis, a lo que se suman las pérdidas de ganado y los destrozos en las instalaciones.

Fuente, Ambientum