La Unión Europea está explorando nuevas soluciones de alta tecnología para la limpieza de la contaminación plástica en los ríos, pero algunos expertos son escépticos. Afirman que hay maneras más simples y eficaces.

Aproximadamente 13 millones de toneladas de plástico al año van a parar a los océanos del mundo. Las tortugas marinas mueren porque confunden las bolsas flotantes con medusas, los cangrejos ingieren partículas microplásticas a través de sus agallas, y las fibras plásticas están apareciendo en el agua del grifo en todo el mundo.

La Unión Europea quiere explorar nuevas soluciones tecnológicas en el marco de su programa de financiación científica Horizonte 2020. Uno de los proyectos piloto consiste en recubrir los plásticos con nanopartículas, que se activan con la luz, para degradar la contaminación generalizada de los microplásticos.

Los ingenieros del proyecto también pretenden extraer piezas visibles de plástico de las desembocaduras de los ríos mediante brazos robóticos controlados por scaners ópticos. Además, las barcazas de chatarra podrían ser impulsadas por el plástico que recogen, después de convertirlo en gas sintético por hornos experimentales de plasma súper caliente.

Al mismo tiempo, los científicos instalarán instrumentos para medir la contaminación plástica en barcos que viajan por rutas marítimas comerciales muy transitadas. Si consiguen averiguar cómo se distribuye el plástico y dónde se acumula, los datos podrían ser útiles para desarrollar una estrategia a largo plazo.

Sin embargo, hay visiones en contra. El hidrogeólogo Christian Schmidt del Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental sostiene que le parece un mensaje equivocado porque da a entender que podés seguir contaminando los ríos, ya que alguien lo limpiará río abajo para que no tengas que preocuparte.

En un estudio reciente, Schmidt calculó que sólo 10 ríos (ocho en Asia y dos en África) transportan alrededor del 90% de toda la contaminación plástica que llega a los océanos cada año.

El uso específico de tecnologías de limpieza fluvial podría ayudar a corto plazo en esos lugares, según Schmidt, pero la solución real sería reducir el uso del plástico y asegurar una buena gestión de los desechos en todo el proceso, incluyendo un sistema de recolección y reciclaje que funcione, así como una filtración adecuada en las plantas de tratamiento de agua.

Los expertos sostienen que junto con las innovaciones tecnológicas, un plan exitoso para combatir la contaminación plástica debería incluir entender cómo la gente percibe su relación con el ambiente.

En concreto, esto puede significar educación y debates en las escuelas y familias, pero también puede extenderse al etiquetado de productos e incluso al desarrollo de aplicaciones para teléfonos inteligentes, que los consumidores pueden utilizar para escanear productos en busca de micropartículas de plástico.

Los investigadores remarcan que debemos trabajar todos juntos porque  las soluciones técnicas por sí solas son inútiles, tenemos que abordar el problema desde todos ángulos.

Fuente: DW