Un reciente estudio publicado en la revista Science asegura que entre 930 mil y 813 mil años atrás nuestros ancestros podrían haber muerto por causa de una reducción drástica de la población. En aquel entonces estiman que quedaban sólo 1.280 humanos con capacidad reproductiva.
Este pequeño grupo de personas logró sobrevivir en un planeta inhóspito, con cambios climáticos extremos y múltiples amenazas, y convertirse en la base de la génesis actual. Pero, ¿cómo llegaron a ser tan pocos?
Una evolución forzada
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La investigación sugiere que esto se debió a un “cuello de botella genético”. Para dar con estos resultados -que, sin duda, marcan un avance significativo en nuestra comprensión de la evolución- los especialistas debieron analizar las brechas paleontológicas entre registros fósiles de África y de Eurasia, donde encontraron una evidente ausencia.
El famoso “embudo” se produjo durante el Pleistoceno, una era marcada por fluctuaciones climáticas extremas que limitaron los recursos naturales y crearon un entorno aún más hostil. Estas condiciones no sólo redujeron las probabilidades de supervivencia, sino que también impidieron la expansión de nuestros antepasados.
Humanos modernos
La situación fue tan crítica que se perdió aproximadamente el 66 % de la diversidad genética del planeta, lo que marcó un punto de inflexión en la selección natural y la evolución humana. Durante esta crisis fue que se fusionaron dos cromosomas clave que dieron lugar al cromosoma 2 que caracteriza a los ejemplares modernos de nuestra especie. Este evento fue tan importante que creen que marcó nuestra separación de los neandertales y los denisovanos. Por otro lado, sostienen que este episodio aceleró los procesos de nuestro desarrollo cerebral.