A partir de una investigación realizada con el telescopio espacial James Webb, científicos detectaron sólidas pruebas de vida extraterrestre en el exoplaneta K2-18 b, ubicado a 124 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo.
La posibilidad de vida extraterrestre
El grupo liderado por el astrofísico Nikku Madhusudhan, de la Universidad de Cambridge, identificó en la atmósfera de K2-18 b dos gases -sulfuro de dimetilo y disulfuro de dimetilo-, que en nuestro planeta se generan a partir de procesos biológicos, particularmente por fitoplancton marino.
El informe -publicado en Astrophysical Journal Letters el 16 de abril- indica que el estudio registró una concentración de estos gases miles de veces superior a la terrestre, gracias al análisis de la luz estelar que pasa a través de la atmósfera del planeta durante su tránsito.
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Madhusudhan expresó que estamos ante un momento revolucionario en la búsqueda de vida más allá del sistema solar, el cual marca la «era de la astrobiología observacional».
Las pruebas a realizar
Con el fin de confirmar la existencia de estos posibles procesos biológicos, el equipo planea realizar entre 16 y 24 horas adicionales de observaciones con el James Webb para alcanzar el umbral de certeza de «cinco sigma» (lo que representa un 99,99994 %), el mínimo grado de certeza para que se considere un nuevo descubrimiento.
Si bien el exoplaneta K2-18 b está demasiado lejos para ser visitado o fotografiado, su estudio refuerza la hipótesis de mundos hiceanos (lo que significa que tiene océanos y atmósfera rica en hidrógeno). Según afirman, son cuerpos donde hay mayor posibilidad de albergar vida microbiana. Sin embargo, hay investigadores que sostienen que podría ser un planeta gaseoso o tener océanos de magma, lo que complicaría la habitabilidad.