La región metropolitana de San Pablo, donde habitan aproximadamente unas 20 millones de personas, atraviesa una emergencia hídrica crítica que compromete el abastecimiento de agua potable para la población.
Esta situación se dio a partir de una ola de calor sofocante, la falta de lluvias y un aumento exponencial del consumo, por lo que los principales embalses se encuentran en niveles alarmantes.
El calor en San Pablo
Según los datos proporcionados por la empresa Sabesp, el consumo de agua en Gran San Pablo se disparó un 60 % en la última semana. Este es un dato que contrasta con que casi el 30 % de la población se encuentra fuera de la ciudad debido al receso de vacaciones, por lo tanto, el impacto de las altas temperaturas es más considerable de lo pronosticado.
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En estos momentos, el estado de los reservorios que conforman el Sistema Integrado Metropolitano es calificado como «crítico». Según las autoridades, el sistema se encuentra operando a tan solo el 26,42 % de su capacidad total, mientras que los dos reservorios más importantes, Cantareira y Alto Tieté, cuentan con tan solo un 20 %.
La falta de agua en la ciudad
La secretaria de Medio Ambiente, Infraestructura y Logística, Natália Resende, advierte que la respuesta a esta crisis requiere de una «adaptación permanente» frente a los efectos del cambio climático. Además, la funcionaria indicó en un comunicado oficial que «el agua es un bien finito; el uso consciente debe incorporarse al día a día para evitar el desabastecimiento futuro».
La ciudad de San Pablo no es la única afectada por las condiciones climáticas, ya que el Instituto de Meteorología de Brasil lanzó una alerta de emergencia que incluye a más de 1.000 ciudades por las extremas temperaturas.
Por su parte, el Gobierno ya desplegó camiones cisterna para asistir a las zonas más golpeadas y monitorea diariamente la situación de los manantiales, además de que las propias obras de resiliencia hídrica buscan que el impacto de crisis climática sea más leve.