El organismo de Naciones Unidas que regula la actividad espacial (Unoosa) lanzó directivas para la construcción y operación de satélites a fin de evitar que se transformen en chatarra al final de su vida útil.
Estas directivas apuntan a que satélites, naves y cohetes lanzadores no queden en el espacio. En ese sentido, indican que hay que guardar combustible para bajarlos cuando termine su vida útil.
Según datos de la Agencia Espacial Europea (ESA), hay unas 10.900 toneladas de basura orbitando en el espacio.
Explican que el problema tiende a incrementarse debido al crecimiento exponencial de estas misiones, impulsadas no sólo por las agencias gubernamentales sino por empresas privadas, como Starlink, del magnate Elon Musk, que ya puso en órbita más de 3.000 satélites y planea lanzar 12.000 para ofrecer servicios de internet en todo el mundo.
Al respecto, detallan que cada vez más objetos quedan orbitando la Tierra y esto constituye un riesgo de colisión con otros satélites y misiones tripuladas, lo que obliga a las misiones espaciales actualmente operativas a hacer maniobras para esquivarlos. Esto genera costos y riesgos adicionales.
Pero la chatarra espacial no sólo es peligrosa por su potencial de colisionar, sino por la contaminación lumínica que provoca al reflejar la luz de los astros. Un estudio elaborado por la Royal Astronomical Society de Reino Unido en 2021 indica que la cantidad de objetos que orbitan la Tierra podría elevar el brillo del cielo nocturno en más de un 10% en gran parte del planeta.