Essen, Alemania, acogió la conferencia anual de Alianza del Clima, la organización europea que aglutina a más de un millar de municipios y colabora con la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).

Más de 200 representantes de municipalidades, universidades y organizaciones no gubernamentales se congregaron para participar en cerca de una quincena de charlas y talleres en el marco de la conferencia internacional de Alianza del Clima.

Bajo el lema «Transformando nuestros municipios: de los objetivos a la acción», el evento en la Capital Verde Europea 2017 abordó varios aspectos como la desinversión en combustibles fósiles, la utilización de la energía geotérmica, la búsqueda de oportunidades de financiación, la implementación del Acuerdo de París, la migración climática, entre otros.

Éste último es «un tema complicado en la agenda internacional», dijo Thomas Brose, director ejecutivo de la Alianza del Clima. Sostiene que cuando discuten sobre adaptación, ahí en Europa, viviendo con altos estándares de vida, tienen que tener la mente abierta y entender que ciertas personas están forzadas a dejar sus casas debido al cambio climático y que por eso tienen que recibirlos con una gran comprensión y con los brazos abiertos.

Tomando los datos del Centro de Monitoreo de los Desplazamientos Internos (IDMC, por sus siglas en inglés), y según señaló Dina Ionesco (Jefa de la División de Migración, Ambiente y Cambio Climático de la Organización Internacional de Migración), «una media de 26 millones de personas se desplazan cada año por desastres naturales». Ionesco marcó a la Amazonía y el Sahel como puntos calientes.

Brose (director ejecutivo de la Alianza del Clima) dio a conocer el proyecto «El futuro que queremos», un documento que recopila la visión de los pueblos indígenas para tener una «idea de cómo se nos percibe», a partir de una serie de viajes por varias ciudades europeas con representantes de comunidades de Perú, Brasil y Ecuador.

El documento cuenta con la colaboración de Eriberto Gualinga, de la comunidad Kichwa de Sarayaku (Ecuador). Gualinga dijo que no creen en los parques naturales ni en áreas protegidas porque cuando quieren, los explotan». Solicitó ayuda para que los territorios de los pueblos originarios sean declarados Selva Viviente. Dijo que «la garantía es nuestra resistencia, pero no hay papel que la declare como selva libre de petroleras y mineras para la perpetuidad».

Fuente: DW