Es posible que se revise la decisión de la Unión Europea de prohibir la venta de vehículos a combustión a partir de 2035. Esto se debe a que todavía no cesó el debate entre las empresas que buscan impulsar el vehículo eléctrico para agilizar la descarbonización del transporte y las que indican que es un error apostar por una única tecnología.
Ambas posturas trabajan sobre sus fundamentos de cara al próximo diálogo estratégico sobre el futuro de la industria automotriz europea, que está previsto para el 12 de septiembre.
El rechazo al objetivo de cara al 2035
El rechazo a este objetivo fue dirigido por los presidentes de los fabricantes europeos de automóviles (ACEA) y proveedores (CLEPA), Ola Källenius y Matthias Zink, quienes a finales de agosto remitieron una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la que señalan que «es necesario corregir el rumbo» de la transición automotriz con el fin de tomar en cuenta las realidades actuales de la geopolítica, junto con las económicas y del mercado, por lo que creen que es necesario un plan político «integral y pragmático».
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Si bien todos aseguran mantener su compromiso con el objetivo de vender únicamente coches de cero emisiones para el 2050, la nota indica que los objetivos que se encuentran previo a ese año no son realistas.

La defensa de la propuesta
Como respuesta, más de 150 empresas pertenecientes a la cadena de valor del vehículo eléctrico en Europa enviaron a su vez una carta abierta a la funcionaria instándole a «mantenerse firme y no retroceder». Además, pidieron medidas más audaces para consolidar el liderazgo europeo en materia de movilidad eléctrica.
Los defensores del objetivo a 2035 sostienen que, para cumplirlo, ya se movilizaron cientos de miles de millones de euros en nuevas inversiones en toda Europa para lograr una ampliación de la infraestructura de carga y grandes mejoras en las redes eléctricas.
También, advierten que si se da marcha atrás con la iniciativa podría caer la confianza de los inversores, se frenaría el impulso y se le daría una ventaja a largo plazo a los competidores globales.