El proyecto serviría para atenuar la energía que recibimos del Sol entre un 1 y un 2%. Si bien todavía se encuentra en fase de investigación, «en los próximos diez o quince años ya estaría todo listo para implementarse», según explica la climatóloga Inés Camilloni, quien investiga esta tecnología en nuestro país.
La manipulación del clima terrestre a gran escala se denomina geoingeniería y aparece como una herramienta que, en caso de necesidad, permitiría «bajar rápidamente la temperatura de la Tierra». Sin embargo, genera incertidumbre entre los científicos, y su posible utilización es frecuentemente cuestionada.
De todos modos, en un contexto preocupante donde el mundo se encamina hacia un aumento del calentamiento global de 2,8 grados para el final del siglo, la geoingeniería empieza a ser estudiada como una opción viable para aliviar las olas de calor que causan cada vez más muertes y para mitigar las sequías e inundaciones extremas, entre otros desastres climáticos.
En concreto lo que se busca es replicar artificialmente el efecto de los volcanes: «Cuando hay una erupción, se liberan cenizas que llegan hasta la estratósfera, alrededor de 20 kilómetros de altura. Desde ahí, reflejan más energía del Sol hacia el espacio y hacen bajar la temperatura».
La idea es incorporar en la estratósfera pequeñas partículas en aerosol para reflejar más radiación solar de regreso al espacio. Para eso, se necesitará enviar varias veces al día aviones especialmente diseñados.
Aunque parezca ciencia ficción, es tecnológicamente factible y para la economía mundial no sería costoso mantener esta «media sombra» porque demandaría entre 10.000 y 20.000 millones de dólares por año, según explica la experta.