Con el objetivo de aportar números y algo de luz al camino a seguir para llegar a ser carbono neutral en 2050, el centro de investigación Economics for Energy presentó el informe “Escenarios para el sector energético en España 2030-2050”.

Se plantean cuatro escenarios de evolución diferentes:

  • descarbonización,
  • mantenimiento de las políticas energéticas actuales,
  • avance tecnológico acelerado y
  • estancamiento económico a largo plazo.

Pedro Linares, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Comillas, explica que en casi todos los escenarios a 2050 hay un supuesto de descarbonización bastante alto. Sin embargo, los expertos sostienen que la transformación requerirá un esfuerzo muy grande en algunos sectores; al tiempo que cuanto más se retrase la transición, más alto será el costo.

La descarbonización supone que los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) cedan su lugar a la electricidad con origen en fuentes renovables.

En este sentido, la electrificación es más fácil en el transporte ligero que en el pesado, y más accesible también en el sector servicios y residencial que en la industria energética térmica de alta temperatura, que no se puede electrificar y para la que hay que buscar alternativas desarrollando nuevas tecnologías.

En todos los escenarios, incluso en aquellos menos ambiciosos, la generación de electricidad con carbón en España desaparece ya en 2030. Precisamente esa es la fecha tope propuesta por la alianza global de países que se comprometieron a abandonar el carbón en la pasada Cumbre de la ONU de Cambio Climático celebrada en Bonn (Alemania).

España no se sumó a esta iniciativa impulsada por más de una veintena de países, estados y organizaciones. En la cumbre sobre cambio climático organizada por el presidente francés Emmanuel Macron, en París, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se refirió de nuevo a este asunto sosteniendo que España no puede suprimir el carbón de un día para otro, igual que otros no pueden hacerlo con las centrales nucleares.

Linares insiste en que la ventana para amortizar las inversiones en energías fósiles es sólo de 10 o 15 años y que a partir de 2030 cualquier potencia nueva tiene que ser renovable, así que lo mejor será tener a punto las tecnologías cuanto antes para que sean competitivas.

Para Labandeira, la receta para acelerar la transición a una economía baja en carbono está en que el mercado ayude a fijar un precio importante a la tonelada de CO2, introduciendo incentivos e instrumentos fiscales que garanticen un cambio de modelo más eficiente y competitivo.

Mientras tanto, el Gobierno trabaja en la elaboración del anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, del que no se espera un primer borrador hasta el próximo semestre y que esté aprobada a finales de 2018.

Fuente: ABC