La ardilla roja, oriunda de Gran Bretaña, está amenazada por la introducción de una especie gris. Para salvar a la primera, se están llevando a cabo acciones para exterminar a la gris.

Craig Shuttleworth, presidente de “Red Squirrels Trust Wales”, una organización que está comprometida con la protección de especies autóctonas, pasa buena parte de su tiempo matando especímenes grises para que sobrevivan los rojos.

Éstas últimas, son especies nativas reconocidas y protegidas bajo la Ley de Fauna Silvestre y Campo de 1981. Por el contrario, sus parientes grises están clasificados como especies exóticas invasoras por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La ardilla gris norteamericana fue introducida en el Reino Unido hacia finales del siglo XIX. Los terratenientes victorianos de la época lo veían como un animal resistente, manso y exótico. Un puñado de animales se ha extendido a una población de entre 3 y 5 millones de ejemplares, lo que dificulta la vida de la ardilla roja.

Así, la población de ardilla roja nativa ha ido menguando desde la introducción de la gris. Apenas quedan más de 140 mil ejemplares en Escocia, Irlanda del Norte, algunos rincones de Gales y de Inglaterra y la Isla de Wight.

La ardilla gris plantea tres problemas para la roja. Por un lado, la gris es una especie más fuerte, inteligente y robusta que la roja. Por el otro, puede comer bellotas y avellanas antes de que maduren, mucho antes de que puedan hacerlo las ardillas rojas. Por último, las grises son portadoras del pox-virus de la ardilla que es mortal para un 95% de las ardillas rojas.

Para John Bryant, experto en control humano de plagas, «matarlas es totalmente inútil”. Según Bryant matar a los animales golpeando sus cráneos o disparándoles con un rifle de aire es cualquier cosa menos humana.

Bryant sostiene que «no entiende este asunto de los nativos” porque «las ardillas grises nunca invadieron esa zona, no cruzaron el mar en pequeños botes hasta llegar ahí. Fueron traídas por el ser humano”.

Mientras tanto, los voluntarios y grupos que han estado luchando contra su propagación durante varias décadas, no muestran ninguna intención de dejar que la ardilla gris corra libremente.

Fuente: hemisferios.info/ DW