Una nueva investigación muestra que los homínidos estuvieron expuestos al plomo durante más de dos millones de años, lo que pone en jaque la creencia de que se trata de un problema moderno vinculado a la era industrial.

Los experimentos con organoides cerebrales cultivados en laboratorio que contenían genes neandertales mostraron mayor sensibilidad a este compuesto en comparación con los organoides humanos, lo que sugiere que nuestros antepasados pudieron haber sufrido más los efectos neurológicos del plomo, con un impacto en el desarrollo de sus cerebros, de su comportamiento y, quizás, de su lenguaje.

¿De dónde venía el plomo?

Los investigadores detectaron la presencia de este metal en dientes procedentes de África, Asia, Europa y Oceanía, cuyas marcas muestran la exposición desde edades tempranas. Ésta puede deberse a una absorción de fuentes naturales, como el agua, o a una producción del organismo en situaciones de estrés o enfermedad.

Ante este escenario, explican que “este hallazgo implica que los cerebros de nuestros antepasados se desarrollaron bajo la influencia de este metal tóxico, lo que puede haber moldeado su comportamiento social y sus capacidades cognitivas”.

El plomo podría haber incidido en la evolución humana
El plomo podría haber incidido en la evolución humana

Nuevo paradigma sobre este metal

Por este motivo, sostienen que “estamos ante un gran ejemplo de cómo la toxicidad del plomo podría haber impulsado cambios genéticos que mejoraron la supervivencia y nuestra capacidad para comunicarnos mediante el lenguaje, pero que también influyen en nuestra vulnerabilidad al plomo moderno», tal como difunde DW.

En ese sentido, enfatizan que la exposición al plomo actual “sigue siendo un grave problema de salud global, especialmente para los niños, en quienes provoca déficit intelectual, emocional y conductual”, según comparte el medio.