Los vecinos activistas de una urbanización en Los Ángeles luchan por el derecho a agua potable limpia.
Los hallazgos preliminares de un estudio, llevado a cabo en la comunidad social Jordan Downs, revelaron que casi el 90 por ciento de los participantes habían experimentado que el agua que sale de sus grifos estaba marrón, oxidada o turbia.
El informe, realizado por la Coalición de Justicia Ambiental Jordan Downs y el Centro Médico Harbor UCLA, también reveló que el 95 por ciento de los 80 hogares involucrados considera que el agua de su grifo no es segura para beber.
¿Qué tan seguro es seguro?
Jonathan Leung, ingeniero a cargo de la calidad del agua del Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles, describe el informe como una «llamada de atención”. Leung sostiene que hay que mejorar pero agrega que aunque el color del agua podría tener un impacto estético, no necesariamente significa que tenga efectos adversos para la salud pública.
Sin embargo, tales garantías no son suficientes para Nashley o su madre Lety, que afirma que nunca bebe agua del grifo, prefiriendo comprarla de botella. El desembolso económico se eleva a 89 euros (100 dólares) mensuales, pero no quiere poner en riesgo la salud de su familia.
Preocupación por los metales pesados
En la Cumbre de Salud de Jordan Downs, que tuvo lugar en el instituto del barrio, participó una médica local, Jyoti Puvvla, sorprendida por los resultados del informe y sostuvo que los vecinos afirmaron que tenían que dejar correr el agua durante horas, algunos durante días. Otros dijeron que nunca se aclaraba. “Esto es realmente preocupante”, explica Puvvla.
La principal preocupación es que el agua podría contener plomo. Leung, el ingeniero en calidad de agua, sin embargo, afirma que varias pruebas, realizadas en 2016, habían atribuido el color del agua al hierro y al manganeso. Y que los niveles de plomo encontrados en Jordan Downs eran lo suficientemente insignificantes como para ser categorizados como «no detectable” y «por debajo de lo necesario para actuar”.
No obstante, la médica local señala que hasta el momento no se han definido niveles seguros de estos minerales en sangre para niños. Y explicó que el mayor trabajo consistía en ir al barrio y educar a los residentes sobre lo que pueden hacer por sus hijos para reducir los efectos del plomo y del arsénico.
Evitando ser el próximo Flint, en Michigan
Algunos vecinos han trazado paralelismos con la crisis del agua en la ciudad de Flint (Michigan), que tuvo lugar cuando se empezó a usar el río Flint como fuente de agua potable para la comunidad local.
Debido a la falta de tratamiento del agua, se empezaron a detectar altos niveles de plomo en sangre entre los residentes. Aunque los niveles de este metal pesado en agua se han reducido desde que comenzó la crisis en 2014, la población local sigue dependiendo del agua embotellada.
Las preocupaciones por el agua en Jordan Downs no han alcanzado aún el estatus de crisis y el abogado de la Fundación de Asistencia Legal de Los Ángeles., Alexander Harnden, quiere mantenerlo así. Sostuvo que no les gustaría ser el próximo Flint, Michigan y que no quieren responder a una situación con muchos enfermos.
Nuevos comienzos crean nuevos temores
Próximamente se planea una amplia rehabilitación en el complejo de viviendas, lo que a primera vista podría sonar como una solución. Pero Jordan Downs es uno de los lugares más contaminados de California, como resultado de décadas de actividad de la industria pesada y de las muchas autopistas que rodean al barrio de Watts.
Los vecinos temen ahora que los trabajos de construcción liberen aún más contaminantes, tanto en el suelo como en el agua. Contaminantes, con los que tendrían que vivir. Pero prefieren callar por miedo a ser desalojados de sus viviendas si manifiestan en público sus preocupaciones.
Fuente: DW