En 1963, la Presidencia de la Nación decretó este día en reconocimiento al Dr. Hugh Hammond Bennett, emblema en la disciplina y “padre de la conservación del suelo”. Él rompió, a través de sus estudios en Estados Unidos, con la creencia común de principios de 1900 de que el suelo era un recurso inagotable.
Director del Servicio de Erosión de Suelo, planteó que el combate contra esa problemática sólo podía hacerse a través de la reforma de los métodos de cultivo. En concreto, pidió “un tremendo despertar nacional a la necesidad de actuar hacia la mejora de nuestras prácticas agrícolas”.
Pero la erosión no es el único problema que afrontan los suelos: los desmontes, el uso descontrolado del fuego, el sobrepastoreo, las labranzas inadecuadas, la falta de rotación de cultivos y la expansión de la frontera agrícola, entre otros, también ejercen una presión desmesurada sobre estos ecosistemas.
El Día de la Conservación del Suelo tiene por objetivo, precisamente, poner el foco en esas problemáticas y en la toma de conciencia que implica el cambio de modelo para un uso sustentable.
Según datos oficiales, aproximadamente un 12 % de la superficie del país presenta tasas altas de erosión, concentrándose en zonas áridas/semiáridas con fuertes pendientes y baja cobertura vegetal, como Patagonia, Cuyo y NOA.