En 1986 ocurrió uno de los desastres ecológicos más grandes de la historia: la explosión del reactor 4 de la central nuclear de Prípiat que liberó una peligrosa cantidad de radiación en la ciudad de Chernobyl. Dicho efecto, continúa presente en la zona hasta el día de hoy, aunque hayan pasado casi cuarenta años.
Sin embargo, este ambiente hostil demostró la capacidad de adaptación de la fauna local, en especial de los lobos y los perros, que lograron desarrollar una resistencia natural a una grave enfermedad.
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El revelador estudio
La bióloga Cara Love, junto con un equipo de la Universidad de Princeton, llevó a cabo un estudio en la zona de exclusión, un área de 30 kilómetros alrededor de la central. Lo que buscaban era investigar cómo los lobos respondieron evolutivamente a la radiación. Para ello, equiparon a varios lobos con collares GPS y tomaron muestras de sangre para estudiar su genoma.
Al ver los resultados, notaron que los lobos de Chernobyl no solo han resistido a esta amenaza, sino que también han desarrollado mutaciones genéticas que les confieren una notable resistencia a diversas formas de cáncer.

Las capacidades de adaptación
En la actualidad, los lobos y los perros asilvestrados de Chernobyl están expuestos a niveles de radiación de aproximadamente 11,28 milirems diarios, mientras que la dosis máxima permitida para los trabajadores expuestos es seis veces menor a la mencionada.
Por lo tanto, los lobos de esta ciudad han sido un caso extraordinario de adaptación y supervivencia, desafiando nuestras expectativas y ampliando los límites de nuestro conocimiento sobre la resistencia al cáncer.