Una de las zonas más prístinas y protegidas del continente blanco, conocida como península Byers, fue testigo de la llegada de botellas plásticas y otros residuos, los cuales viajaron miles de kilómetros hasta llegar allí. Cabe destacar que este lugar era considerado ajeno a la intervención humana, por lo que este descubrimiento se presenta como una señal alarmante y resalta la magnitud de la contaminación global.

Respecto al hallazgo, los especialistas se encontraban en la región para estudiar el retroceso de los glaciares y la evolución de los ecosistemas en los últimos milenios. Sin embargo, la misión científica se desvió frente al avistamiento de la basura.

¿Por qué es un problema?

Se trata de un espacio que forma parte de las Áreas Antárticas Especialmente Protegidas, lo que significa que su acceso está restringido a un máximo de 12 personas en simultáneo. Esta determinación busca preservar el territorio, que es de gran valor ecológico.

Dentro de los desechos divisados en las costas se encuentran vidrios, plásticos, calzado y todo tipo de envases. Explican que, dada la fragilidad ecológica de la península, estos materiales atentan contra el equilibrio y la preservación de la biodiversidad que alberga.

¿Cómo llegó la basura?

Los expertos creen que la basura fue transportada por las corrientes marinas y que, potencialmente, podría haber sido arrojada al mar desde embarcaciones. Explican que el océano global está interconectado y que este fenómeno puede afectar hasta a los lugares más remotos del planeta.