Como resultado de este fenómeno, muchos otros se ven afectados en su curso habitual. Es el caso del Niño Oscilación del Sur (ENOS), que se caracteriza por la fluctuación de las temperaturas, que se está precipitando por la contaminación ambiental.
En ese sentido, un estudio publicado en la revista Nature alertó que las condiciones actuales del ENOS podrían acelerar el derretimiento de los hielos de la Antártida.
Tras analizar 31 modelos climáticos, los investigadores de la Agencia Científica del Gobierno de Australia postularon que podría derivar en una disminución de la temperatura de las aguas superficiales y en un incremento en la temperatura de las aguas submarinas del continente blanco.
De ser así, esto generaría que el deshielo se vaya dando desde abajo, derritiendo los mantos de hielo desde el océano mismo. De esta forma, se perdería mucho hielo que suele estar congelado tanto en invierno como en verano.
Explican que “la biodiversidad de la Antártida (o de cualquier lugar) con alteraciones significativas del entorno puede sufrir las consecuencias. A veces son reversibles, porque puede tratarse de ciclos, pero en el caso específico del continente blanco, el problema es que si el deshielo es permanente, muchas especies se pueden ver afectadas”.
En general, los tres factores que afectan o que tienen influencia en el derretimiento del hielo antártico son la radiación solar -que es constante, más allá de alguna perturbación-; las corrientes marinas en capas superficiales del agua y en la parte profunda o submarina; y la variación en la salinidad -que también se mantiene dentro de un rango estable-”.