Un informe del Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024, publicado por las Naciones Unidas, advierte que el 74 % de los países de la región enfrenta una alta frecuencia de eventos climáticos extremos, y el 50 % se considera vulnerable porque tiene una mayor probabilidad de sufrir impactos.
Las problemáticas que trae el cambio climático
Desde la División de América Latina y el Caribe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) advierten que «el cambio climático es un problema igual de serio que la inseguridad alimentaria, donde la realidad cotidiana implica la ocurrencia de eventos climáticos extremos, frecuentes y de alta intensidad. Por lo tanto, los sistemas alimentarios no pueden continuar operando como operaban antes, sin tener en consideración que este cambio llegó para quedarse».
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El documento advierte que el hambre en la región afectó a 41 millones de personas durante 2023, cifra que revela una disminución con respecto a las de 2021 (de 4,3 millones de personas) y 2022 (de 2,9 millones de personas).
Esta mejora del panorama se debe a la recuperación económica de varios países de América del Sur relacionada a programas de protección social, esfuerzos económicos realizados luego del Covid-19 y políticas específicas destinadas a mejorar el acceso a los alimentos.
Las medidas para reducir los riesgos alimentarios
Sin embargo, los niveles aún están por sobre los índices prepandémicos, por lo que los autores del estudio concluyeron que es necesario el desarrollo de sistemas alimentarios «resilientes» que asimilen de forma rápida y eficiente el carácter ineludible de la crisis climática.
Además, el informe reveló que, entre 2019 y 2023, la subalimentación (es decir, cuando una persona no consume suficientes alimentos para obtener la energía necesaria para una vida saludable), aumentó un 1,5 % en todos los países involucrados en este trabajo debido a la variabilidad climática y los eventos extremos.