El medio The Economist publicó un nuevo artículo basado en la perspectiva de los especialistas sobre la contaminación atmosférica. Si bien en la actualidad existe una práctica para desintegrar aquellos satélites no operativos que se encuentran en la atmósfera, y limitar la basura espacial, lo cierto es que este método está liberando micropartículas metálicas.
Explican que la actual dinámica podría terminar alterando la química del aire, lo que representa una potencial amenaza para la vida en la Tierra. Al respecto, señalan que la cantidad de proyectos en marcha sobre la órbita intensifican el problema, sobre todo ante la falta de regulaciones ambientales que aborden este fenómeno emergente.
¿Cuál es la base del problema?
Los científicos detallan que ante el término de la vida útil de un satélite, no hay herramientas para reingresarlo en la atmósfera sin destruirlo. Esto se debe a que la propia caída del artefacto -a velocidades cercanas a 8 kilómetros por segundo- hace imposible que la fricción y el calor no lo desintegren. El resultado es el desprendimiento de partículas de aluminio, litio y cobre por la estratósfera.
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Aunque en un principio este hecho no representaba una problemática, debido al reducido número de dispositivos, en el presente hay más de 11.000 de éstos en funcionamiento y un millón más de solicitudes para lanzarlos. Esto implica un cambio drástico en el panorama.
Basura espacial en crecimiento
Los expertos insisten en que la contaminación estratosférica provocada por la tecnología espacial es muy diferente a la que generan fuentes naturales, como los meteoritos o el polvo cósmico. Según comparte la Agencia Espacial Europea, anualmente ingresan 12.400 toneladas de estos desechos, pero los humanos hemos sumado otras 890 toneladas adicionales. Cifra que, como se viene analizando, está en aumento.
En ese sentido, indican que lo preocupante no es la cantidad, sino la composición de estos contaminantes. Creen que los de origen antrópico podrían desencadenar nuevas reacciones químicas que alteren la atmósfera de manera indefinida. Teniendo en cuenta esto, denuncian la falta de supervisión, sobre todo en momentos en los que China anunció que proyecta crear al menos tres mega-constelaciones, con un total de 38.000 satélites.

La carrera espacial atenta contra el planeta
El país asiático no es el único. La Unión Europea también aseguró que lanzará su propia constelación llamada IRIS, con 290 unidades; sin embargo, los países miembros sí se comprometieron a analizar y trabajar en las cuestiones ambientales, a diferencia de China que no hará evaluación de impacto sobre estas iniciativas.
Algunos de los científicos consultados por el medio The Economist plantearon soluciones sobre la basura espacial, una de las más repetidas es reducir el tamaño de los objetos enviados; también se sugirió la utilización de materiales más inocuos, como la madera, para su fabricación.