Científicos estadounidenses publicaron un nuevo estudio -en la revista Nature Climate Change– en el que aseguran que las altas temperaturas aumentan el deseo por comer golosinas. La investigación, hecha en territorio norteamericano, sostiene que los hábitos alimenticios se ven trastocados por el calor, y que la población tiende a consumir más bebidas azucaradas y postres durante el verano.
El consume de azúcar en el mundo
Estos son los resultados de más de 16 años de investigación, en la que participaron expertos en nutrición, economía y ambiente de la Universidad de Rhode Island. Gracias a esta nueva comprensión pudieron estimar que hacia el año 2095 habrá un incremento de tres gramos diarios en el consumo de azúcar, asumiendo un ritmo de calentamiento global constante.
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Las conclusiones también se basaron en encuestas hechas entre el 2004 y el 2019, gracias a ellas descubrieron una de las tendencias más interesantes: la mayor ingesta de comestibles dulces se da entre los 25 y los 32 grados, una vez pasada esa brecha el efecto desaparece, porque el calor extremo suprime el apetito. No obstante, en cuanto al consumo de líquidos, este empeora para quienes tienen la costumbre de tomar gaseosas o jugos en lugar de agua.

Los cuidados para enfrentar el cambio climático
Estas tendencias se ven más pronunciadas entre los estadounidenses con menores ingresos y niveles educativos; también para aquellos que viven en regiones más frías, donde la amplitud térmica tiene un efecto superador. Sobre el primer grupo de personas, explican que en las regiones más precarias el agua corriente muchas veces no es potable, por lo que terminan optando por las bebidas embotelladas.
Ante este panorama, creen que el país debe empezar a tomar medidas para que los ciudadanos se hidraten y se mantengan frescos con alternativas que no agraven los riesgos de sufrir enfermedades como la diabetes o la obesidad.