Existe un pueblo al oeste de la Bahía de Hudson llamado Churchill, el mismo es considerado mundialmente como la “Capital del Oso Polar”. Este nombre responde a la gran cantidad de individuos de esta especie que recibe al año. Por su ubicación, se trata de un punto estratégico de descanso para estos animales durante sus migraciones y, por consecuencia, un lugar muy turístico, al menos para los amantes de la observación.
El estado de conservación en Canadá
Más allá de lo emocionante que puede ser verlos, lo cierto es que para los habitantes del lugar muchas veces resultan peligrosos, sobre todo cuando llega la etapa invernal y comienzan a desplazarse más activamente. Es por ello que la comunidad es pionera en idear métodos seguros de convivencia.
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Este es uno de los pocos lugares donde los pobladores se educan para tener comportamientos que garanticen la separación de las especies, como conservar alimentos lejos del alcance de los depredadores. Pero hay un método aún más innovador y que ha llamado la atención de los expertos: el Programa de Alerta de Osos Polares.
Se trata de una línea directa que se encuentra operativa las 24 horas de los 365 días del año. Allí los ciudadanos pueden denunciar avistamientos y “mandarlos presos”.

Los métodos utilizados
Así es, la estrategia incluye un centro de detención donde aíslan a los mamíferos y los contienen temporalmente. No cualquiera termina allí, sino los más temerarios que se aventuran demasiado al núcleo urbano. Los mismos son atrapados con carnadas y tranquilizados mediante sedantes.
Cabe destacar que esta nunca es la primera alternativa, mucho antes se busca espantarlos con ruidos de motocicletas o bengalas. Si esta advertencia no es suficiente es muy probable que el animal esté dispuesto a confrontar a los humanos.
Es por ello que los encierran durante aproximadamente 30 días, de este modo los desconectan del entorno humano y evitan que lo asocien con acceso a alimentación o comodidad. Los expertos explican que, de lo contrario, estos pueden perder su instinto de caza y volverse dependientes, lo que eventualmente podría ser su sentencia de muerte.
Los hangares donde son recluidos están hechos de bloque de hormigón y se encuentran equipados con todo lo necesario para que el animal no sufra. Actualmente, hay 28 celdas individuales. Cuando los osos son liberados son trasladados mediante helicópteros a zonas remotas, lejos de cualquier asentamiento.