Este país padece una sequía sin precedentes. Según informó el Centro Nacional de Monitoreo de Desastres Naturales (Cemaden), más de un tercio del territorio nacional -que equivale a más de 3 millones de kilómetros cuadrados- se vio afectado por la problemática.
Por su parte, en el estado de Amazonas más de 300.000 personas se han visto afectadas y varias ciudades tienen problemas de insumos y de agua potable; mientras que en Manaos, en el llamado Río Negro, se registró un baja de unos de 25 centímetros por día.
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Sequía: antecedentes
Ana Paula Cunha, investigadora del Cemaden, señaló que si bien experimentaron grandes episodios de este tipo en 1998, 2015 y 2016, los fenómenos de 2023 y 2024 superan a los anteriores en intensidad. Al respecto, señala que “los impactos también se están intensificando».
Además, la experta indicó que Brasil se enfrenta a una «una sequía multifactorial», que se originó a partir del paso de un Pacífico cálido (El Niño) a un Atlántico norte más cálido. Este evento no dio tregua e hizo que la situación fuera empeorando paulatinamente en cada región hasta llegar a un escenario generalizado.
Pronósticos
Según las mediciones realizadas por los meteorólogos, las lluvias -que deberían llegar en octubre- serían más tardías y más débiles de lo esperado, lo que muestra un panorama negativo.
Por otro lado, Brasil el pasado agosto registró 68.635 focos ígneos. Este es el peor resultado para ese mes desde 2010, cuando se detectaron 90.444 fuegos. Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), más del 80 % de estos focos ocurrieron en la Amazonía y el Cerrado y fueron propiciados por la sequía.