Cambiar bosques por pasto, así responden los Gobiernos amazónicos a demandas económicas emergentes mientras destruyen la Amazonía. La polémica que tiene su epicentro en Brasil.

 

El 1 de agosto, los Gobiernos de Colombia y Reino Unido acordaron implementar un proyecto piloto para combatir la deforestación y la pérdida de biodiversidad en el país en los próximos 12 meses. Para su ejecución, se invertirán unos 500.000 dólares provenientes de cooperación internacional.

 

En 2018 la cifra de deforestación en la Amazonía colombiana alcanzó las 138.176 hectáreas, un poco menos que el área de Bogotá. 

 

Fue con la salida de los grupos armados, que ganaderos y empresarios vieron una luz verde para ampliar sus extensiones y se dedicaron a deforestar y ocupar los nuevos territorios. Este proceso de ampliación de la frontera agrícola se había dado históricamente en el país, pero en los últimos tres años el alza parecía no tener límite.

 

La dinámica, según contó el especialista Uriel Murcia, invetsigador del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, consiste en deforestar y quemar grandes zonas de bosques para correr la frontera agrícola con el objetivo de prepararlas como pastizales para ganadería extensiva, y en algunas zonas también para cultivos de coca. 

 

No obstante, a pesar de la espeluznante cifra de deforestación, en 2018 tendencia disminuyó un 17%, «un pequeño pero importante porcentaje», destacó Murcia. El ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible informó que Colombia evitó en 2018 la deforestación de 40.360 hectáreas de bosque natural, amenazados por diferentes prácticas ilegales.

 

Según explicó Murcia, la reducción de esta tendencia todavía está en proceso de estudio pero la mejoría puede atribuirse a la acción de Visión Amazonía, un proyecto que agrupa varias iniciativas como proyectos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial GEF y otras iniciativas nacionales, a partir de la cual se controla el cuidado de la esta región.

 

Visión Amazonía está enfocado a varias acciones, por un lado control directo sobre la deforestación y una mayor gobernanza sobre los bosques y el trabajo con comunidades locales en la búsqueda de revertir el proceso de deforestación y pasterización de suelos sustituyendolos por otras dinámicas que no impliquen el fin de los bosques.

 

También en enero de 2018, un grupo de niños y jóvenes interpusieron una demanda de tutela exigiendo acciones concretas para proteger la selva amazónica, por lo que la Corte Suprema de Justicia determinó que la Amazonía colombiana tendría los mismos derechos que un ciudadano común, como consta en el sitio del ministerio. 

 

Así el Estado colombiano está comprometido a ejecutar planes preventivos, correctivos y pedagógicos para evitar el avance de la deforestación de la Amazonía colombiana, y según Murcia, este compromiso podría ser también la causa de la reducción.

 

Murcia mencionó la agroforestería como una opción viable para las zonas ya transformadas, una acción que puede contribuir al rescate natural de estos territorios. «La Amazonía debe verse como una región con vocación forestal», dijo.

 

Además, los bosques pueden funcionar como un atractivo turístico, «una ventaja que tienen que valorar todos los países que conforman la Amazonía» indicó Murcia. 

 

«Hay que evitar que siga avanzando esa frontera agrícola sobre los bosques, que a todas luces, son el principal capital que tienen los países amazónicos para adaptarse al cambio climático», concluyó.

 

Fuente, Sputnik