Las lluvias sin precedentes y las inundaciones récord que devastaron la costa este de Australia este año podrían volverse la norma, según revela una nueva investigación que muestra que el cambio climático cargó la atmósfera con más humedad.
Un informe de la Universidad de Nueva Gales del Sur publicado en la revista Nature Climate Change consigna que el cambio climático “está ralentizando la cinta transportadora de las corrientes oceánicas que traen agua cálida desde los trópicos hasta el Atlántico Norte”. La investigación analiza “las profundas consecuencias para el clima global si este transportador atlántico colapsa por completo”.
“Descubrimos que el colapso de este sistema, llamado circulación de vuelco meridional del Atlántico, cambiaría el clima de la Tierra a un estado más parecido a La Niña. Esto significaría más lluvias torrenciales en el este de Australia y peores sequías y temporadas de incendios forestales en el suroeste de los Estados Unidos”, explica el texto.
Los investigadores explican que, mientras que los dos veranos de La Niña calentaron el océano al norte de Australia —y ambos contribuyeron a algunas de las condiciones más húmedas jamás experimentadas, con inundaciones récord en Nueva Gales del Sur y Queensland—, en el suroeste de América del Norte se vivió una sequía récord y graves incendios forestales.
“El clima de la Tierra es dinámico, variable y siempre cambiante. Pero nuestra trayectoria actual de emisiones ininterrumpidas de gases de efecto invernadero le está dando a todo el sistema una patada gigante que tendrá consecuencias inciertas, consecuencias que reescribirán nuestra descripción de libro de texto de la circulación oceánica del planeta y su impacto”, sostienen.
Las condiciones climáticas de La Niña también causaron daños por valor de miles de millones de dólares a miles de hogares y propiedades en el norte de Nueva Gales del Sur y el sureste de Queensland, con áreas bajas devastadas por los aguaceros aparentemente interminables en 2021 y 2022.
La previsión de los investigadores es que la situación continúe empeorando si mantenemos el ritmo actual, lo que modificaría absolutamente las corrientes oceánicas.
Fuente: Newsroom UNSW y Daily Mail