En un estudio publicado en mayo, algunos científicos señalaron que un aumento en las emisiones de CFC-11 amenazaba las medidas aplicadas para reparar la capa de ozono, que protege a las personas y los cultivos de los nocivos rayos ultravioleta del sol.
La fuente del reciente aumento en la contaminación por este gas se desconocía. Ahora se determinó que el alza proviene de una pequeña población rural de China con un repentino crecimiento económico.
Al parecer, varias fábricas chinas ignoraron la prohibición global y continuaron produciendo o empleando la sustancia química conocida como CFC-11, principalmente para elaborar espuma aislante que tiene aplicaciones en la industria de la refrigeración y en edificios.
Los problemas que enfrenta China para erradicar el CFC-11 son sólo una muestra de los obstáculos que debe superar después de décadas de expansión industrial frenética, durante las cuales los funcionarios consideraban que la contaminación era el precio que debían pagar para alcanzar la prosperidad.
Fuente: New York Times