La Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) alertó sobre una problemática que se agrava con el pasar de los años: la deficiente gestión de los residuos.

Giselle Munno Dithurbide, abogada y responsable del área de Legales de FARN, indicó que «En Argentina, se generan en promedio 1,15 kg de residuos por persona por día, según un informe del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de 2023, lo que equivale a casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos)”.

El tratamiento de residuos en Argentina

Uno de los datos que activa las alertas por una grave amenaza ambiental, sanitaria y climática es que en el país aproximadamente un 25 % de estos residuos terminan en los más de 5.000 basurales a cielo abierto.

Munno Dithurbide advierte que es necesario que los Estados de la región respalden e impulsen el Tratado Global sobre Plásticos, debido a que es “una herramienta legal para proteger la salud humana y al ambiente de la contaminación” ya que se trata del material más usado y descartado.

En cuanto a las emisiones de gases contaminantes, la especialista alertó que los basurales a cielo abierto “son una fuente directa de emisiones de gas metano con impacto negativo en el clima y en la salud de las personas”. El metano es un precursor del ozono troposférico, el cual se asocia con un millón de muertes prematuras por año debido a enfermedades respiratorias.

La FARN denuncia una falta de gestión de los residuos.
La FARN denuncia una falta de gestión de los residuos.

El impacto de los basurales

En Argentina, la cantidad de emisiones de metano producidas por el tratamiento de residuos es casi equivalente a las del sector energético. En 2022, lo producido por el sector representó más del 17 % del total de las emisiones producidas a nivel nacional.

Otra de las problemáticas de los basurales es que producen líquidos lixiviados: se trata de efluentes contaminantes que resultan de la descomposición de los residuos y que, si no se cuentan con las medidas sanitarias requeridas, pueden filtrarse y contaminar el suelo e, incluso, las aguas subterráneas.