La llamada «ranita del zarzal» es un anfibio mediano, de aproximadamente 37 y 50 mm, de color verde agrisado o amarronado. Este animal es objeto de estudio de los científicos, quienes descubrieron que el cóctel químico que secreta en su piel tiene capacidad de inhibir la enzima acetilcolina.
En un trabajo conjunto, investigadores de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) recrearon una molécula, inspirados en pequeñas proteínas extraídas del anfibio que inhibe enzimas involucradas en la aparición de los síntomas del Alzheimer.
El avance científico demostró ser eficaz para el desarrollo de nuevos fármacos para combatir la etapa inicial de la enfermedad, lo que inspira a los investigadores a identificar y diseñar nuevas moléculas para nueva medicina contra el Alzheimer.
La investigación inició con un trabajo previo en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral. Ante la incógnita sobre cómo actuaba la mini proteína y el método para modificarla, los especialistas convocaron a sus colegas de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) de la Universidad Nacional de San Luis y del Instituto de Multidisciplinario de Investigaciones Bioquímicas (IMIBIO) del Conicet San Luis, quienes cuentan con una vasta experiencia en el diseño de fármacos para descifrar el mecanismo de acción.
Los expertos explicaron que la ventaja es que al no tener toxicidad actúa como un inhibidor de la enzima. Otro dato interesante que arrojó es que las «pequeñas proteínas» tienen un mecanismo distinto al de las drogas que actualmente se usan.
El científico recalcó que es importante evitar falsas expectativas, en cuanto que este descubrimiento sólo mejora la etapa inicial de la enfermedad, lo que genera mejores condiciones del paciente pero, aún, el Alzheimer no tiene cura.
Los investigadores advirtieron que el inconveniente es que al tratarse de una estructura inicial, previamente deberían modificarla por su baja biodisponibilidad, lo que demandaría altas dosis. Su desarrollo requeriría como mínimo ocho años, en colaboración con la industria farmacéutica.
Fuente: hemisferios.info/ Argentina Investiga