El medio La Nación publicó un análisis de riesgos y costos tras las inundaciones ocurridas el fin de semana pasado, las cuales dejaron un saldo de al menos 3 muertos y más de 2.900 evacuados en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, a día de hoy, se desconocen las pérdidas en términos de dinero. En ese sentido, destacan que aunque no existió un plan de contingencia para enfrentar la crisis, sí existían señales que anunciaban la tragedia.
Los análisis realizados de las inundaciones
En su redacción, recolectan datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud y por el Informe Bienal de Transparencia elaborado por Argentina y presentado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Ambos brindan información clave, como un marcado aumento de los desastres relacionados a las precipitaciones y a las sequías, y proyecciones que indican una subida del nivel del mar.
Los factores mencionados son determinantes para comprender que escenarios como los vislumbrados en los últimos días serán cada vez más frecuentes. Siendo así, es fundamental actuar de forma preventiva. En ese sentido, el documento hace hincapié en algunos desastres sucedidos en los últimos años, dos de ellos ocurridos en Bahía Blanca.
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El medio sostiene que la mayoría de éstos problemas tienen un denominador común: la falta de planificación urbana con enfoque ambiental y climático y la ausencia de sistemas de alerta temprana. Al respecto destacan que el mayor inconveniente es la falta de políticas fuertes y de inversión. Sobre este último punto, aseguran que la pata económica es la que presenta más complicaciones.
Las soluciones parala problemática
Por otro lado, aseguran que algunas actividades, sobre todo las agropecuarias, están agravando la situación al expandir sus fronteras y destruir humedales. Al respecto, advierten que es momento de profundizar las medidas de adaptación y resiliencia, acompañando las necesidades productivas de los pobladores.
La Nación cierra el documento insistiendo en que es momento de jerarquizar la política ambiental, tratándose de una necesidad práctica y urgente; y recordando que los países más desarrollados ya están implementando sus propias medidas proteccionistas.