La purpurina, los brillitos y el glitter son cada vez más utilizados en el maquillaje para fiestas y en las decoraciones; sin embargo, su uso atenta contra el ambiente, tanto así que los expertos lo califican como una amenaza en el largo plazo.
Los peligros del glitter
Explican que el material base de estos elementos es el plástico PET recubierto con capas metálicas, esto significa que su estructura no es biodegradable y que su fragmentación puede resultar en microplásticos, una de las formas más persistentes de contaminación marina. Lejos de tratarse de partículas pasivas, éstas interactúan con los minerales presentes en el agua y favorecen la cristalización anómala de compuestos como el carbonato de calcio; es decir, alteran los procesos esenciales en el océano.
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Esta situación representa un peligro directo para todas las especies que dependen de estos minerales para su formación, sobre todo los bivalvos, que los utilizan en la composición de sus valvas. Y, así como los moluscos, los corales y otros ejemplares también ven comprometida su supervivencia por estas modificaciones.
Otro aspecto destacado es la influencia de los microplásticos en la cadena trófica. Explican que, al ser tan diminutos, son fácilmente ingeridos por las especies, que luego sirven de alimento a otras más grandes. Esto no sólo altera el equilibrio biológico, sino también químico.
Un problema para el planeta
Los expertos insisten en que deben tomarse medidas urgentes, sobre todo teniendo en cuenta que los océanos -los principales afectados por el glitter– son reguladores del clima global y que su calidad sanitaria podría comprometer el ciclo del carbono.
Asimismo, destacan que también son un problema para la salud humana, teniendo en cuenta que su dispersión puede provocar alergias, asfixia e irritación. Siendo así, dicen que es injustificable su persistencia en el mercado y piden a los consumidores tomar más consciencia sobre los productos que compran.