La reingeniería humana consiste en la modificación biomédica de las personas para que aminoremos y nos adaptemos mejor al cambio climático.
Algunas medidas que se tienen en cuenta son: provocarnos intolerancia a la carne roja, manipular los genes para tener descendencia de estatura baja o inducirnos farmacológicamente el altruismo y la empatía. Ciertos políticos y científicos se encuentran a favor de estas medidas basándose en diferentes datos:
El 18 % de las emisiones de efecto invernadero proviene de granjas de ganadería, un número mayor al del transporte. El 9 % de las emisiones humanas de dióxido de carbono se debe a la deforestación para ampliar zonas de pastoreo.
Para hacer personas más bajas se puede usar el Diagnóstico Genético de Preimplantación que se emplea actualmente en las clínicas de fertilidad como un medio seguro de evaluar embriones con determinadas enfermedades genéticas. Bastaría con reconsiderar los criterios de selección.
La huella ecológica de las personas está relacionada con nuestro tamaño: cuanto más grandes somos, más comida y energía necesitamos. Los automóviles consumen más combustible por kilómetro para transportar a una persona pesada que a una ligera.
Muchos problemas ambientales son derivados de que las personas no contribuyen al bien común, pero hay indicios de que el altruismo y la empatía tienen una base biológica susceptible de ser alterada con fármacos.
Por ejemplo, expertos sostienen que la oxitocina dispondría a quien la consume a compartir su dinero y comportarse con mayor integridad, mejoraría la comprensión de los estados emocionales.
La reingeniería humana es una medida desesperada para tratar de mejorar la salud del ambiente.
Fuente: hemisferios/ Vanguardia