La energía nuclear, la eólica y las térmicas de carbón han ocupado los tres primeros puestos en el ranking de tecnologías para atender la demanda peninsular de electricidad en el 2017.
La sequía (con embalses que están ahora al 38% de su capacidad máxima) está dando oxígeno al carbón, que vive en España un inesperada segunda vida. Las escasas precipitaciones han reducido hasta el 7,3% del total la aportación de la generación hidráulica en el sistema eléctrico. El resultado ha sido un aumento de las emisiones de gases invernadero, en contradicción con los compromisos de España al firmar el acuerdo de París contra el cambio climático.
El mix energético del 2017 dio muestras de gran estabilidad, apuntalada por la energía nuclear y eólica. Por el contrario, la menor productividad hidráulica ha situado este sector en la sexta posición.
El hueco se ha cubierto sobre todo con carbón y, en menor medida, por el gas. La razón son los bajos precios del carbón importado y de los derechos de emisión de CO2 en el mercado. Dada la sobreoferta de permisos para emitir, el precio de la tonelada de CO2 no da las señales necesarias para que haya una apuesta decidida por las tecnologías más limpias.
Los expertos ven necesario romper el bloqueo al camino para lograr una transición energética hacia un modelo más limpio. “No se puede cambiar el modelo de un día para otro; pero si hay voluntad política, se puede empezar a trabajar. El problema es que hay actores que se resisten”, señala Ana Barreira, directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente.
El Gobierno desarrolla un plan para incrementar la presencia de fuentes renovables, a través de un sistema de subastas que ha permitido adjudicar casi nueve mil megavatios de potencia de energías limpias, para lograr que un 20% de la energía sea renovable en el 2020, como marca el objetivo europeo.
Fuente: hemisferios.info/ La Vanguardia