La última gran esperanza de evitar el cambio climático podría estar en una sustancia tan común que generalmente la ignoramos o simplemente caminamos sobre ella: el suelo.
La tierra tiene cinco principales reservas de carbono. La atmósfera ya está sobrecargada de ese material; los océanos se están haciendo ácidos mientras se llenan de él; los bosques se están reduciendo, y las reservas subterráneas de combustible fósil se están vaciando. Eso hace que el suelo sea el depósito más probable de inmensas cantidades de carbono.
Ahora, los científicos están documentando cómo atrapar el carbono en el suelo puede producir dividendos: reduce el cambio climático al extraer el carbono de la atmósfera, restaura la salud del suelo degradado y aumenta la producción agrícola.
Muchos científicos y campesinos creen que el nuevo entendimiento del rol del suelo en la estabilidad climática y la productividad agrícola provocará un cambio de paradigma en la agricultura y detonará el abandono de prácticas convencionales como la labranza, la remoción de residuos de cosechas, el monocultivo, el pastoreo excesivo y el uso generalizado de fertilizante químico y pesticida.
Incluso el ganado, usualmente considerado responsable del cambio climático debido a que emana por lo menos 25 galones de metano al día, está siendo estudiado como una parte potencial de la solución al cambio climático por su papel en la fertilización natural del suelo y en los ciclos de los nutrientes.
Se calculó, por ejemplo, que si tan sólo el 5% de los terrenos de cultivo de California estuviera cubierto con media pulgada de compostaje, la captura de carbono resultante sería el equivalente de las emisiones anuales de efecto invernadero de nueve millones de autos.
Algunos científicos se siguen mostrando escépticos respecto a la agricultura regenerativa y argumentan que su impacto será pequeño o solo funcionará con ciertos tipos de suelo.
Sin embargo, Rattan Lal, director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad de Ohio, sostiene que poner el carbono de regreso en el suelo no sólo implica mitigar el cambio climático, sino también mejorar la salud humana, la productividad, la seguridad alimentaria, la calidad del agua y la calidad del aire.
Fuente: New York Times