Desde 1946 hasta 1958, el Gobierno de EE.UU. realizó unos 67 ensayos nucleares en las Islas Marshall, donde arrasaron con porciones de tierra completas, excavaron enormes cráteres en las lagunas poco profundas y obligaron a cientos de habitantes a desplazarse.
Un reflejo de aquellos tiempos es la isla Runit, dentro del atolón de Enewetak, donde se encuentra un domo de igual nombre. Se trata de una enorme cúpula de hormigón que cubre el cráter causado por las detonaciones de las bombas nucleares que se probaron allí, las cuales presentaban potencias superiores a las que dieron el fin de la Segunda Guerra Mundial -las que destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki-.
La limpieza del cráter
En 1973, las autoridades estadounidenses iniciaron una serie de estudios para definir cómo llevar a cabo su limpieza; para ello se plantearon dos opciones: verter los desechos al océano o confinarlos en los cráteres y cubrirlos con tierra y hormigón.
Distintos contratistas advirtieron sobre los riesgos de sellar, ya que el material radioactivo seguiría en contacto con el ambiente. Sin embargo, desde Washington ordenaron que los escombros sean enterrados, iniciando así la construcción conocida como ‘ataúd’ nuclear.
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En este cráter se colocó una cúpula de hormigón de apenas 0,45 metros de grosor y 114 metros de diámetro. La construcción, fue diseñada para resistir la erosión natural y no para servir como barrera anti radiación.

Los peligros del la construcción realizada por de Estados Unidos
En la actualidad, algunas organizaciones ambientalistas advierten que el avance del cambio climático y el aumento del nivel del mar está provocando el agrietamiento del Domo Runit. Pese a esta urgente problemática, el gobierno estadounidense se ha desentendido, puesto que en 1970 las Islas Marshall se independizaron y ahora dependen de su propio gobierno para hallar soluciones.
Pese a ello, en 2012 el país recibió algo de ayuda de parte de Norteamérica, con una limpieza profunda de plutonio con la que aseguraron que ya no habría amenazas y que en un período de tres décadas los contaminantes ya serían inocuos. Sin embargo, algunos estudios recientes aseguran que la radiación ya escapó por debajo del domo y que está afectando el agua subterránea y las mareas circundantes. Asimismo, aseguran que las grietas continúan en aumento y que la estructura se debilita cada día más.