Las cifras se relacionan con la actividad agrícola en los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en los últimos 10 años en sintonía con un aumento de la producción en un 40 %.
El ritmo anual en el que subieron esas emisiones fue de un 0,4 % entre el período de 2009-2011 y 2019-2021, lo que superó los 1.453 millones de toneladas de CO₂ y alcanzó los 1.515 millones.
Las soluciones para reducir las emisiones
Frente a esta problemática, la OCDE advierte sobre la necesidad de adoptar tecnologías más limpias y prácticas agrícolas sostenibles que logren disminuir las emisiones sin comprometer la seguridad alimentaria. Algunas de las estrategias recomendadas es la optimización del uso de fertilizantes nitrogenados, la mejora en la gestión de estiércol y la adopción de técnicas de labranza mínima o nula.
Por otro lado, el cultivo de la superficie agrícola, que se había reducido en un 10 % desde los años ‘90, mostró una aumento del 0,02 % anual en la década de 2010.
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La demanda de alimentos
Esta crecida de la producción agrícola no sólo se debe al crecimiento demográfico y al aumento de la demanda global de alimentos, sino al aumento de los biocombustibles y el cambio en la forma de alimentación, especialmente en países con economías emergentes.
Informes realizados por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), advierte sobre un aumento del 60 % de la demanda de alimentos para 2050, lo que llevará a sus límites los sistemas agrícolas.