Dos nuevos análisis sobre la evolución de los mosquitos y su tolerancia a las temperaturas, publicados por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y por Iscience, refuerzan la importancia de comprender cómo el cambio climático de origen antrópico está afectando la biología de algunos insectos y cómo eso puede incidir en la propagación de enfermedades.

En ese sentido, ambos documentos recuerdan que se trata de vectores que pueden transmitir virus y parásitos, los cuales resultan en la muerte de más de 700.000 personas anualmente, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Dos enfoques sobre mosquitos

Los estudios fueron realizados simultáneamente en los Estados Unidos; mientras el primero centró su investigación en la adaptabilidad de estas criaturas, el segundo reflexionó sobre los cambios de comportamiento alimenticio ante las olas de calor. Si bien esta no es la primera vez que se hace un paralelismo entre el aumento de las temperaturas y su impacto en los artrópodos, los resultados contradicen a otros estudios.

Anteriormente se especulaba que las poblaciones podrían reducirse ante una mayor cantidad de grados y  que la sequía limitaría sus sitios de reproducción. Sin embargo, los nuevos datos demostrarían que estos seres son capaces de cambiar su comportamiento para compensar dichas situaciones.

Si bien los científicos insisten en que las nuevas conjeturas son relevantes en términos de sanidad, explican que las informaciones no son concluyentes y que se deben hacer más estudios, sobre todo para hacer proyecciones en el largo plazo.

Se descubrió que, ante la ausencia de agua, los mosquitos sobreviven más días gracias a una alimentación más constante.
Se descubrió que, ante la ausencia de agua, los mosquitos sobreviven más días gracias a una alimentación más constante.

Los estudios

Para llegar a estas primeras deducciones, uno de los grupos analizó larvas de la especie Aedes sierrensis, las cuales fueron criadas en laboratorio. La tercera generación de estos individuos fue sometida a temperaturas de más de 30 grados y luego fue comparada con sus antecesores que vivieron siempre en condiciones normales, de 22 grados.

Los resultados demostraron que aquellos que estuvieron expuestos a calores extremos durante la etapa larval tuvieron menor tolerancia al calor en su fase adulta, lo cual resultó inesperado para los expertos. Pese a ello, los estudios genéticos revelaron la presencia de más de 500.000 mutaciones asociadas a la tolerancia térmica, lo que indica un potencial evolutivo significativo. Por otro lado, encontraron 80 inversiones cromosómicas.

En cuanto al segundo estudio, los mosquitos fueron sometidos a distintos niveles de humedad por períodos prolongados. Es así que descubrieron que ante la menor presencia de agua, los insectos incrementan su ingesta de sangre, lo que les permitiría resistir mejor la sequía.