La ciencia y la psicología han estudiado durante años la conexión de los seres humanos con el agua. Detallan que tener contacto con ella es positivo a nivel emocional y físico; al menos así lo explica el biólogo Wallace Nichols, quien bautizó este efecto como “Blue Mind” o “mente azul” (en español).
El experto publicó un libro (2014) que interpreta a este líquido vital como un elemento clave para el bienestar humano, lo que explicaría por qué vacacionar en la playa o vivir en las proximidades de un lago funciona como un reset para nuestro cuerpo. El texto se vale, además, de antecedentes históricos, como los baños termales romanos y los rituales de purificación en el Ganges.
las conclusiones del estudio
En su análisis sostiene que los océanos, los ríos e incluso las piletas transmiten calma, salud y creatividad; por otro lado mejoran la eficiencia y el descanso. Pero, ¿a qué se debería esto?
Las investigaciones plantean que esta conexión es el resultado de millones de años de evolución cerca de cuerpos de agua, que hicieron que nuestros cerebros estén programados para sentirse bien próximos a estos. Por otro lado, aseguran también podría estar relacionado con nuestra composición biológica, que es en un 70 % agua.
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Los beneficios de las zonas costeras
Al respecto, sería nuestro sentido de supervivencia el que estaría actuando y el que nos haría sentir más seguros cuando podemos visualizar una fuente hídrica. De cualquier forma, todo derivaría en respuestas neuroquímicas que activan la producción de hormonas como la serotonina, que están relacionadas al placer y que reducen el cortisol (vinculado al estrés).
Otros estudios sugieren que no es el agua lo que nos atrae, sino la naturaleza en sí misma, por lo que el debate continúa. De lo que sí tenemos certezas es que las personas que viven a menos de un kilómetro de la costa reportan una mejor salud mental, en comparación a aquellos que no.