Durante mucho tiempo se creyó que estas civilizaciones utilizaban la momificación como forma de preservar el cuerpo después de la muerte. Sin embargo, según argumenta una nueva exposición en Inglaterra, la elaborada técnica de enterramiento era en realidad una forma de guiar al difunto hacia la divinidad. Lejos de asegurar la supervivencia de los rasgos de cada individuo, la momificación pretendía ayudar a que los dioses aceptaran a los muertos en su reino.
La idea que heredamos de conservar un cadáver igual que en vida, proviene de los victorianos. Ellos creían esto, debido a que conservaban el pescado de forma similar: con sal.
Aparentemente, la idea era resguardarlo para comerlo en algún momento futuro». Así que asumieron que lo que se hacía al cuerpo humano era lo mismo que el tratamiento para el pescado.
Sin embargo, la sustancia salada que utilizaban los antiguos egipcios difería de la sal utilizada para conservar la pesca del día.
Conocido como natrón, este mineral de origen natural abundaba en los lechos de los lagos cercanos al Nilo, servía como ingrediente clave en la momificación y se utilizaba en los rituales de los templos.