Así se conoce popularmente a los flujos aéreos masivos de agua en forma de vapor que vienen del océano Atlántico tropical y son alimentados por la humedad que evapora de la Amazonía. Se encuentran a una altura de hasta dos kilómetros y pueden transportar más agua que el Amazonas.
Estos ríos de humedad atmosférica, que cruzan la atmósfera velozmente sobre el Amazonas hasta encontrarse con los Andes causan lluvias a más de 3.000 kilómetros de distancia, en el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y el norte de Argentina y son vitales para la producción agrícola y la vida de millones de personas en América Latina.
José Marengo, meteorólogo y coordinador general de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Cemaden),
sostuvo que el océano Atlántico tropical norte es de agua caliente y su evaporación es muy intensa. Vientos más o menos fuertes transportan toda esa humedad en los niveles bajos de la atmósfera.
Otro componente esencial de los ríos voladores es la humedad liberada por los árboles de la selva amazónica. Antonio Nobre, investigador del Centro de Ciencia del Sistema Terrestre del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE) explicó que se mide la evaporación de la selva en milímetros. En el caso de la Amazonía, el número es en torno a los 4 milímetros por día. Esto quiere decir que en un metro cuadrado esa lámina contendría cuatro litros de agua. Se puede usar ese dato para computar cuánto transpira un árbol en el mismo período, apenas calculando el área ocupada por su copa.
Un árbol frondoso, con una copa de 20 metros de diámetro, transpira más de 1.000 litros en un sólo día. En la Amazonía aún hay 5,5 millones de kilómetros cuadrados ocupados por bosque nativo. A partir de un estudio se pudo comprobar que 20.000 millones de tonelada, (o 20 billones de litros) de agua son transpirados cada día por los árboles de la cuenca amazónica.
Pero muchos de esos árboles están en peligro. Los últimos datos divulgados por el INPE indican que la deforestación se encuentra en su nivel más alto desde 2008. Y una de las grandes incógnitas es qué efecto puede tener sobre los ríos voladores. Los datos existentes no permiten determinarlo.
Lo que sí se identificó es que las lluvias son más intensas. Esto es lo que preocupa. Si hay lluvias más intensas en áreas vulnerables de Sao Paulo o Río de Janeiro, la posibilidad en el futuro de desastres naturales asociados a lluvias intensas, como deslizamientos de tierra e inundaciones en áreas urbanas y rurales aumenta también. En Brasil, estos fenómenos son los que causan la mayor pérdida de vidas.
Pero no toda la lluvia en la región centro sur de Sudamérica se debe a los ríos voladores. La lluvia de Uruguay, por ejemplo, no es exclusivamente de la Amazonía. Una parte viene de la Amazonía y otra parte de los frentes fríos del sur. Lo que no se ha podido identificar es cuánto de la lluvia en una determinada región, por ejemplo, el sur de Brasil, viene de la Amazonía y cuánto viene de otras fuentes como frentes fríos o las brisas del océano. O hasta por la evaporación de regiones agrícolas en el centro oeste y en el Pantanal.
En este sistema de interconexiones tan delicadas y profundas, queda en claro por qué es tan vital, para todos, proteger el bosque amazónico.
Fuente: hemisferios.info/ BBC