Los restos del animal fueron hallados el año pasado cerca del río Tirekhtyakh, en la República de Sajá-Yakutia, un territorio siberiano que limita al norte con el océano Ártico. La cabeza mide 40 centímetros de largo, el doble de la media de una cabeza de un lobo actual. El pelo, la piel, los colmillos y el cerebro del ejemplar se mantenían prácticamente intactos, según el equipo de científicos japoneses que ha analizado la pieza, en colaboración con la Academia de Ciencias de la República de Sajá.
Su estudio preliminar será completado con el análisis de ADN que se realizará en el Museo de Historia Nacional de Suecia, en Estocolmo. De este modo, su material genético se podrá comparar con el de los lobos modernos, lo que ofrecerá valiosa información sobre la evolución de la especie a lo largo de la historia.
Lo que han revelado los primeros datos es que se trata de un lobo adulto que murió cuando tenía entre dos y cuatro años. Lo que todavía es una incógnita es por qué solo ha aparecido la cabeza y cómo fue separada del resto del cuerpo.
Esta es la primera vez que se encuentran los restos de un animal con la cabeza tan grande y con todos sus tejidos preservados, especialmente el cerebro. Los científicos están ahora construyendo un modelo digital del cerebro y del interior del cráneo para un estudio adicional.
Fuente, La voz de Galicia